12 abril, 2007

La técnica que nos abruma

Ver partidos de fútbol por televisión se está convirtiendo en un calvario. Y no me refiero a los partidos en sí: tengo un amigo norteamericano que se sorprende de que nos pueda gustar un deporte en el que te pasas minutos y minutos sin ver un tanto. Me refiero a las retransmisiones.
Antes, como no disponían más que de unas pocas cámaras, los realizadores tenían que conformarse con seguir la trayectoria del balón. Ahora con toda la cantidad de medios de los que disponen, parece que lo que menos les interesa es el partido. Eso sí, tienes primeros planos de las zapatillas de un jugador, de la marca de publicidad que llevan en el trasero, del lapo que lanza el otro después de fallar un gol, o del movimiento de los labios de aquel otro para poder descifrar si se ha acordado de la madre del árbitro o no. Si a esto le sumas unos cuantos paseos por las gradas, imágenes de los vips y repeticiones de jugadas anteriores desde diversos ángulos, serás afortunado si puedes ver alguna jugada en directo. Porque además hay que añadirle –mejor restarle- el espacio de pantalla que ocupan los marcadores, los anuncios, los concursos para entradas gratis y los avisos sobre el programa que viene a continuación.
Así es el mundo en el que vivimos. Las posibilidades técnicas que tenemos a nuestra disposición son mayores que nunca. Pero disponer de técnicas no significa necesariamente saberlas utilizar bien. Cuantas más técnicas se tenga, más necesario será contar con la capacidad de discernir cómo se pueden utilizar, e incluso de discernir si conviene utilizarlas o no.
El progreso técnico lleva parejo un progreso ético. Cuántas más cosas pueden hacerse, más madurez se requiere para decidir si deben o no ser hechas. Sin tener claro el porqué, la técnica se nos puede volver en contra. La ética es la brújula que orienta nuestras acciones. Sin ella, podemos ir muy deprisa hacia ninguna parte.Recurro una vez más a los famosos versos de Elliot: “¿Dónde está la vida que hemos perdido viviendo, dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento, dónde está el conocimiento que hemos perdido en información?” Hoy en día tenemos más información que nunca, pero esto no significa que tengamos más conocimiento, ni que seamos más sabios. Ya sería absurdo que viviendo malgastásemos la vida. Porque, como decía otro: “Puedes hacer con tu vida lo que quieras, pero tienes una sola vida para intentarlo”. Ya sería absurdo que sentándonos a ver el fútbol, acabásemos no viéndolo.
(Publicado en ABC Catalunya, 11 abril 2007)

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