24 mayo, 2007

¡Menudo domingo!

Me dice un amigo mío que debo ser más optimista en mis artículos. Así que voy a intentarlo.
Este domingo será un día para recordar. Lo veo venir. Será un día soleado, perfecto para salir a pasear, comer fuera, o estrenar por fin la playa. Por eso tendrá más mérito todavía ir a votar. Porque todos tenemos muy claro que eso es lo que hay que hacer el domingo: ir a votar. Así que la paella, la arena y las colas en los peajes pueden ir esperando, porque lo primero es lo primero. ¡Menudas colas en los colegios electorales! Vamos, que la participación en las presidenciales francesas se va a quedar corta en comparación con la fiesta democrática que viviremos aquí. ¡Como que nos van a dar los franceses lecciones de “démocratie”!
Ahora lo que toca es elegir alcalde, y esto lo tenemos muy claro. Que nadie haga lecturas que no tocan. Ni primarias, ni votos de castigo, ni nada por el estilo. Alcaldes. Punto. Que para eso nos hemos pasado quince días -qué digo quince días, ¡meses!- analizando programas y reflexionando sobre las necesidades de la ciudad.
¿Qué tal vamos con eso de ser optimistas? Mi amigo tenía razón. No sé, te quedas como mucho más a gusto dándole a la vida un toque de optimismo. Sigamos.
No sé ustedes, pero yo respiro a cambio. ¡Que ya son muchos años gobernando los mismos, hombre! Es un pedazo de argumento que ha funcionado siempre, así que no sé por qué no va a funcionar esta vez. Además será una carambola a tres bandas que ni un campeón de billar: Volveremos a poner un pie en la Plaça de San Jaume, les haremos una buena butifarra a los vecinos del lado montaña, y de paso le daremos un pequeño caponcete al ZP, ¡qué se lo tiene bien merecido!
Tan claros y contundentes serán los resultados, que se acabó aquello de que todos han ganado. Ganar, ganar, sólo ganará uno, y así lo reconocerá el resto. Porque, claro, la política es cosa de caballeros. Bueno, mejor dicho, de damas y caballeros, fifty-fifty.
¡Bueno, bueno! Y por si fuera poco, el fin de fiesta que nos espera será prodigioso. El eterno rival perderá en casa, mientras que nosotros le daremos un buen repasillo al Geta, que ya está bien de subírsenos a la parra. Y volveremos a ponernos líderes en solitario.¡Ya está! ¡Ya me he pasado! Es el problema de estas cosas: te embalas, te embalas, hasta que pierdes el sentido. ¡Es tan difícil mantener la ecuanimidad y la mesura! ¡Es tan fácil confundir el optimismo con la fantasía! Pero, ¿qué cosas digo? ¡Se trataba de ser optimista! Al menos hasta el domingo.
(Publicado en ABC Catalunya, 23 mayo 2007)

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