10 noviembre, 2009

¿Valores? ¿Qué valores?

La semana pasada estuve hablando de Etica en un programa de formación sobre Economía Social organizado por el Col.legi de Censors Jurats de Comptes de Catalunya. Cuando uno da una conferencia, aprovecha siempre para “probar” alguna idea.

Reflexionando sobre los valores que se piden en la empresa, pensaba que es muy difícil que se vivan valores en el ámbito empresarial que no se viven en la sociedad. También en este punto, quizás, pedimos demasiado a las empresas. Pedimos que en la empresa se viva la lealtad, cuando en la sociedad más bien lo que se fomenta es la deslealtad y la ausencia de compromisos (o, como mucho, compromisos “a precario”); pedimos que la gente sea austera en el uso de los recursos de la empresa, pero en cambio en la sociedad se fomenta el despilfarro y el consumismo descontrolado; se pide a la gente que actúe con racionalidad y sentido común, mientras que, por ejemplo, las mayores audiencias se las llevan programas que fomentan la frivolidad, los escándalos y las reacciones pasionales.

La empresa no es un coto aislado: está inmersa en la sociedad. Influye en ella, pero también recibe el influjo de la sociedad. Somos hijos de nuestro tiempo, y si como ciudadanos no vivimos determinados valores, no podemos poner sobre las espaldas de la empresa la responsabilidad de fomentar en exclusiva esos valores. Como dice el viejo adagio: “Quod natura non dat, Salmantica non prestat”

Por eso las empresas deberían ser las primeras interesadas en preocuparse por qué valores se fomentan en la sociedad. Apoyar la educación de calidad, o, al revés, no apoyar programas “basura”, serían, por ejemplo, dos acciones que tienen sentido en el contexto de una empresa que se siente responsable de fomentar determinados valores en la sociedad.

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